Llegué el lunes, 8 de octubre a Sevilla, en el aeropuerto de mi ciudad norteña hacía frio, pero yo iba preparada para el calor andaluz. La gente me miraba raro, llevaba pantalón corto y sandalias y las gafas de sol a modo de diadema. Iba con contrabando de
trufas pero no me pararon en el control de la Guardia Civil, una vez que me subí al avión me sentí segura, mi cargamento de chocolate iba a llegar intacto. Una hora y cuarto de vuelo después, mi maleta salió milagrosamente de las primeras en la cinta del aeropuerto. Esto iba bien, no me habían requisado el engordante chocolate y no me habían perdido la maleta. Cuando salí me encontré de frente a Carmela y a Sosala. Llevaba seis años queriendo conocer a Carmelilla y cuatro a Sosalita, y por fin estabamos ahí , y a pesar de que los vascos no somos muy cariñosos nos dimos de besos hasta jartarnos todas. Carmela quería salir tan rápido del parking del aeropuerto que ni pagamos el ticket y tuvimos que volver. Fuimos al hotel, dejé la maleta, y nos llevó Carmela hasta el Parque María Luisa. Lo primero de todo que vi en Sevilla, después de la habitación del hotel, fue la Plaza de España. Como la mayoría de las fotos están en la cámara de Sosala en este post mezclaré fotos encontradas en google, con las que hice con mi móvil. La Plaza de España es preciosa y tiene asientos con azules que representan a cada provincia de este país. Sencillamente impresionante y de noche es mágica. Aquí la teneis.
Después de sacar por lo menos 20 fotos, y con alguna anecdota por enmedio Carmela nos llevó a comer a
LaRaza. Delicioso el primer encuentro gastronómico en Sevilla. En la Plaza de España mientras me sacaban una foto Sosala dijo: cuidado que vas a salir en la foto del guiri (un señor que estaba sacando fotitos al lado) y como ya se me había pegado parte de la gracia sevillana de Carmela no se me ocurrió otra cosa que decir: Así sacará algo bonito. El hombre no era guiri, y casi se muere de la risa, y yo de la vergüenza, ay!
Carmela tenía que irse después de la comida, y nos dejó sueltas en medio del Parque María Luisa, que sigue existiendo a pesar de que le hicimos dos visitas durante la semana sevillana. Esta foto está sacada de Google, las demás son mías.
Muy típico en Sevilla el paseo a caballo, que finalmente no hicimos, lo tengo anotado como pendiente para la próxima vez, y es que yo a Sevilla pienso volver. Saqué esta foto por que el caballo era el más bonito que he visto en toda Sevilla, pero estaba bastante lejos y no se aprecia. Todos los caballos en Sevilla están limpísimos y bien cuidados, y eso me gusta, ya sabeis mi querencia por los animales.
Esta es la cascada del Monte Gurugú del Parque María Luisa, en representación del verdadero que está en Marruecos. Está bonito, le da un puntito refrescante al parque, con el sonido del agua corriendo, y hay muchísima vegetacion alrededor debido a la humedad que el agua genera.
Y el estanque estaba sucísimo, o a mi me lo parecía, pero a pesar de todo encontramos vida en él, aunque la foto no es muy buena deja constancia de que los patos estaban ahí.
Primer día superado, luego nos fuimos de cena, se nos unió Sole y lo pasamos genial. Comenzó el festival de la risa y ya fue un no parar. Creo que andan con agujetas en todo el cuerpo de lo que les hice caminar, y de lo que nos reimos todas juntas. Mañana más.
