Ingredientes:

Un rodillo nuevo (para evitar transferencias de pintura de otro color), una brocha plana nueva o escrupulosamente limpia, una lata de pintura monocapa “982 azul suave” de Bruguer (blanco hielo para los amigos, también se admite blanco manchado con una gota de azul), cinta de pintor, ropa vieja, paciencia y tiempo.

Elaboración:

Se moja el rodillo y se escurre hasta conseguir que quede humedo pero sin gotear. Se coge la cinta de pintor y se tapan con muchísimo cuidado los rodapiés, marcos de puertas, lámparas de techo, ventanas y radiadores, y la escayola del techo. Se quitan los embellecedores de los enchufes, y se tapan también con un poco de cinta. Se abre la lata de pintura, se coloca adecuadamente la rejilla que viene dentro. Con la brocha se van pintando las esquinas, los rodapiés, alrededor de los enchufes y todos los contornos a los que el rodillo no pueda llegar adecuadamente. Después se comienza con el rodillo, presionando sólo ligeramente para conseguir que cubra bien de forma uniforme y no deje marcas. Si la pared anteriormente estaba pintada de un tono claro generalmente con una sola capa quedará un resultado bastante bueno, si la habitación tenía un color azul pitufo cabreado se necesitan dos manos de pintura para que el resultado parezca profesional.

Resultado 2 días después:

Habitación inmaculada en tonos claros, ampliación óptica del espacio habitable, sensación de limpieza y frescura, un callo en la mano con la que manejas el rodillo, un moratón en el codo y en el trasero después de caerte de la escalera, satisfacción por el trabajo bien hecho, y te recuerdas mentalmente: nunca más volver a hacer algo para lo que existen profesionales!