¿Primavera?

Con un tímido tirón consigo que apenas unas rendijas de luz entren por la ventana, la persiana pesa demasiado para hacer mayor esfuerzo a primera hora de la mañana. Un soplo de aire fresco entra a raudales e intuyo que hoy no es un día de sol y playa. Me deslizo sobre la tibia madera del suelo en dirección al ventanal del salón para ver que día me espera fuera. Llueve, como si fuera otoño, o mejor aún primavera. Cae una lluvia tupida pero suave, como una cortina de seda humeda. No hace frio, la sensación es de frescor, de aire limpio, es un olor que te gustaría concentrar en el frasco del suavizante, como si fueras el osito del anuncio, y luego abrazarte al jersey y aspirar su aroma durante minutos.

Me quedo embobada contemplando el cielo gris azulado, viendo caer la lluvia, sintiéndola sin tocarla, pero no puedo permanecer allí eternamente, tengo que volver al mundo real. Después de la ducha ya nada parece igual, en ese momento, al despertar, el idílico día estilo primaveral se transforma en un espantoso día malo de verano. Es entonces cuando comprendo que me mojaré los pies al llevar sandalias, que tengo que coger un paragüas, y que voy a tener que ponerme una chaqueta por que no pasamos de los 15º.