Peluquería

De todo el mundo es sabido que a los peluqueros (mujeres y hombres) les encantan dos cosas: una es meter la tijera a cascoporro, y la otra es jugar con los colores aunque te dejen verde pistacho. Los peores son los que van a convenciones en Londres, ahí ya vuelven flipaitos perdíos. El otro fuí a cambiarme el color de pelo, por que tenía una sobrecarga de mechas, importante y quería dar un respiro a mi melena. Me decanté por un color dos tonos por debajo del mio natural para que tapasen las mechas y el contraste con la raiz apenas fuera visible. Recalqué como cinco veces que no quería que tuviera ni el más mínimo matiz cobrizo, ni rojizo, que no me sienta bien. Vale, oido cocina, no cobrizo. Y ¿cómo tengo el pelo?? como si hubiera nacido ¡¡¡peliroja!!!

Estoy entre ir y matarlas, escupirlas en un ojo, o no volver nunca jamás en la vida a esa peluquería. Probablemente sea esto último lo que haga. Tendré que ir a una tienda, comprarme un tinte y tapar de forma casera la mierda molida de tinte que me han dado. Por que paso de volver y que me vuelvan a clavar un dineral para dejarme un color que no me guste nada de nada.

Si yo voy a un restaurante y pido merluza y me sacan carne, o se lo llevan y me sacan lo que quiero o no les pago. Si voy a comprarme un coche y pido un Ford Fiesta, no me entregan un Ferrari. Entonces ¿porqué en la peluquería te hacen lo que les sale del higo y encima les pagamos? Os preguntareis que por que no protesté en el momento, es sencillo, nunca me peino en la peluquería, odio como me peinan. O me sacan rizo de negrito bantú, con cinco quilos de gomina en el pelo que se queda duro como el casco de los soldados de la Segunda Guerra Mundial, o me lo alisan y me duran menos que el canto de un gallo en un zoo lleno de tigres. Así que salgo con el pelo mojado, y en mojado no se ve bien el color. Y para cuando se secó y lo ví ya habían cerrado. Y no os lo creereis pero me dí un jartón a llorar que todavía me escuecen los ojos.