Tai Chi Kikó

O eso es lo que he intentado hacer hoy. Comienzo de clases de Tai chi y pienso: Paz interior, relax, meditación, no llevo toalla por que total no voy a sudar. Ya... ¿quién es el listo que dice que no se suda haciendo Tai Chi? He estado hora y media intentado hacer el Péndulo, la Tortuga, el Pájaro, y el Dragón. Me duele cada músculo de mi cuerpo por que, vale, el Tai Chi será a cámara lenta pero la cantidad de repeticiones que se hacen calienta los músculos más que una fogata la noche de San Juan. Intentando seguir a la maestra, o como se diga en Taichiano, la paz interior no la he alcanzado no, más bien parecía un elefante en una cacharrería, ella con una elegancia de movimientos que ni Grace Kelly cuando llegó al Principado, y yo a lo más que llegaba era a parecerme a Belen Estebán imitando a Madonna en el carnaval de Tenerife!

El Péndulo me salía como un reloj líquido de Dalí, y en lugar del Pájaro, he hecho el grajo. Cuando tocaba hacer la Tortuga creo que he imitado mejor a un cangrejo ermitaño, y ni hablar del Dragón, ahí parecía una rana medio ahogada. Que pena, y encima ¡me veía en el espejo!

Pero eso si, para cuando he mirado el reloj había pasado 80 minutos de sufrimiento agudo manteniendo posturas imposibles imitando a Ralph Machio cazando moscas en Karate Kid. Así que el parte es: bueno, positivo, agradable a pesar del esfuerzo que se hace.

Inimaginable si no pasas por ello. Olvidaos del concepto de que el Tai Chi es una fruslería, es un ejercicio increíble, en el cual sin ser consciente haces más trabajo muscular que en aerobic, lo juro por la cobertura de mi móvil. Y la espalda, eso si que se trabaja, que voy a crecer cinco centímetros sólo con los estiramientos.

Estos orientales como saben los andobas, sólo les falta la comida meditarrenea y la gracia española para ser una cultura superior!