lunes, diciembre 27, 2004

Espíritu navideño

Días de exceso. Exceso de comida, exceso de regalos, exceso de efusividad, de un fenómeno conocido como “espíritu navideño”. Somos gentes de excesos por lo que parece. Somos excesivos hasta rozar la imbecilidad.

La Navidad es de los niños, cuando crecemos, al hacernos adultos y perder esa frescura de la infancia, la Navidad se convierte en unas fechas de trajín y excesos. Nos pasamos el día comiendo, bebiendo, sonriendo a los vecinos que no soportamos. Damos dos besos a ese pariente que nos cae como una patada en donde la espalda pierde su buen nombre. En fin que a mi la Navidad me suena a Hipocresía generalizada, escrito con mayúsculas. Por que curiosamente el 8 de Enero todos perdemos ese espíritu navideño y volvemos a pensar que nuestro primo es idiota integral, y que los vecinos son unos tocapelotas y abrazafarolas de tres al cuarto.

Así que yo, como soy una borde de las de toda la vida, sigo con mi ceño fruncido cuando me cruzo con el vecino tocanarices. Paso de felicitar a determinados miembros de mi familia la Navidad. Y sigo queriendo a quienes quiero, por que a esos los quiero todo el año, sin matices ni fechas especiales.

Dicho esto, también he de decir que me parece de imbéciles pretender que ahora las navidades se transformen en la festividad del Solsticio de Invierno, como defiende una serie de personas, por aquello de no ofender a otras culturas. Pues las culturas que se sientan ofendidas que piensen lo ofendida que me siento yo cuando pretenden imponerme que no pueda celebrar libremente lo que me de la gana en mi país, y quieren hacerme renunciar a mi identidad por no ofender la suya. Estoy hasta el moño que la palabra tolerancia sólo fluya en una dirección.

Ale, ya he soltado el discursito de hoy. Ahora me voy a tomar unos pastelitos, que nos acaba de enviar a la oficina algún proveedor amable, para que alimentemos el michelín.