martes, septiembre 21, 2004

Empezar el día...

No hay forma más gratificante para empezar el día, contraviniendo todas las normas del culto al cuerpo con las que actualmente nos bombardean, que pegarte un homenaje en el desayuno.

Y no hablo de preparártelo en casa, no. Hablo de irte al bar de "Fulano" que hace unos pinchitos ricos, ricos, y apuntarte a zampar el plato que tenga aspecto más calórico. Esos triángulos vegetales preñados de mayonesa, que al masticarlos notas como se van pegando en caderas y nalgas. Esas tortillas de patata rellenas de tomate, lechuga, jamón y salsa rosa. Esas napolitanas rellenas de chocolate, que tus adiposidades dan saltos de alegría cuando las engulles.

Y cada uno a su manera, regándolo con un buen café cargado, cola cao, o con una coca cola para rematar el vicio matutino. Y por supuesto leyendo la prensa tranquilamente mientras vas devorando el desayuno. Son estos pequeños pecados que te dan el puntito para sobrellevar el día. Sobre todo cuando empiezas a notar que se te corta la digestión nada más entrar por la puerta de la oficina. Y no tienes muy claro si es la mayonesa que ha pasado toda la noche a la fresca, o la grima que te dan las cuatro paredes entre las que pasas la mayor parte del día. Y es que hasta el desayuno más delicioso se te amarga cuando ves la cara de seta alucinógena de tú compañera de trabajo, y el careto de cochinillo sobrealimentado de tú jefe.

Pero oye que te quiten lo bailao, que acabas de cargarte tus buenos propósitos de cada lunes, de hacer vida más sana y cuidarte un poco. Total, ya empezarás el lunes que viene...