jueves, febrero 17, 2005

Mesa Electoral

Cada vez que hay elecciones tiemblo, ya sean generales, autonómicas, ó para el ayuntamiento, y ahora para el dichoso referéndum del tratado constitucional europeo, que ni siquiera es todavía una constitución. Y tiemblo por que mi nombre como el de todos los mayores de 18 años está en el bombo de las mesas electorales, si llega a ser mayor de 17 no me pillan.

Ya me tocó una vez ser primera vocal en una mesa electoral con una presidenta alemana nacionalizada española, que tenía serios problemas en entender y leer el español. la La segunda vocal era una adorable abuelita con ochenta años que se había olvidado las gafas en casa, menos mal que no se olvidó la dentadura también y al menos hablar podía sin escupir en exceso.

Me debieron ver cara de recien salida del cascarón y me toco el premio gordo de la mesa electoral. La lista de la segunda vocal, la amable ancianita olvidadiza, la tuve que coger yo. Era la lista donde se cotejaba que el que iba a votar podía hacerlo en aquella mesa. Como la abuela no tenía las gafas tampoco podía escribir, así que también me toco la lista donde se apunta el nombre y DNI del que vota, mientras la tierna anciana se pasó sesteando el día entero. Y además me tocaba leer los DNI de los que iban a votar por que la guiri germana no acertaba ni dos letras de cada nombre. Menos mal que algunos interventores fueron bastante amables y me ayudaban, buscando en sus listas al que iba a votar, y me chivaban en que página estaba el fulano, ó su señora es decir la fulana, en cuestión. He decir que fueron los interventores constitucionalistas los que fueron amables, que los otros no movían una pestaña, a veces me preguntaba si eran de verdad, por que oigan ni a mear fueron.

Terminé sobre las doce y media de la noche, y al día siguiente a trabajar como buena nena, con el paupérrimo dinero que me dieron debajo del brazo, habiendo perdido un maravilloso domingo de hacer tumbing y zapping por que era invierno, y la que estaba cayendo era para no asomar el hocico. Pues no, la gente salía oigan, y venían a votar. Que maravilloso ejercicio de madurez democrática, con el frío que hacía y el agua que caía.

De la mala experiencia me queda ese temblor cada vez que acercan elecciones, y miro compulsivamente cada día el buzón, por si me llega la carta maldita que me cita para la mesa electoral. Esta vez he sorteado el conjuro, pero el capullo de Ibarreche me quiere hacer sufrir este año, y dentro de un par de meses de nuevo estaré sudando la gota gorda cada vez que abra el buzón.

Así que este domingo voy a pasar, si, si, yo paso. Y voy a pasar de votar por que sinceramente todavía no tengo ni medio claro absolutamente nada. El empeño, empecinamiento más bien, del gobierno a favor del SI me recuerda demasiado el tema OTAN, Si por cojones, si por que nos sale de los bajos, si por que lo digo yo y punto pelota. Salvando la obviedad que aquella vez no hubo referéndum (y aportando el detallito de que yo no hubiera podido votar, por si acaso, que os veo, que ya estais sacando cuentas cual periodistas del cuore intentando saber la verdadera edad de Marujita)

Así que el domingo en lugar de ser buena ciudadana e ir a votar, voy a dedicarme a hacer brownies, que llenan la casa de un maravilloso olor a chocolate que embarga el espíritu y acelera los jugos gástricos. Es ó no un plan infinitamente mejor que ponerme el rimel y el tacón para ir a votar? ;-P