Marujing

Me estoy cayendo del guindo para darme de morros en el suelo, y tendré que reconocer que estoy transformándome en una maruji hecha y derecha. Sólo me faltan los rulos y la mascarilla, pero a eso todavía me niego. Me fastidia soberanamente encontar una marquita en la madera del suelo, o ver la pelusa de la mantita de moaré que me regalaron, preciosa pero sumamente desprendida repartiendo hilillos de su lana por todas partes. Y tengo que acabar dándole la razón a mi madre "si la cama no está hecha y la cocina sucia, toda la casa parece sucia".

Y mira que en la adolescencia grité a la luna llena aquello de: a Dios pongo por testigo que jamás me pareceré a mi madre! Pero va a ser que escupir al cielo no es buena idea, y al final nos acabamos pareciendo a nuestros progenitores más de lo que pensamos. Y me doy cuenta que cuando paso por la sección del hogar del Corte Inglés, se me van los ojos detrás de los juegos de toallas con bordaditos y florecillas. Y me encanta entrar a Zara Home a mirar que hay.

Tengo que tomar el control, cuando vaya a casa voy a dejar la toalla espatarrada en el baño, voy a mover los cojines del sofá y a dejar un vaso sucio en el fregadero, hombre ya!