¡PUPA!

Acabo de añadir un nuevo médico, o sanitario, a mi lista de odiados, al dentista y al ginecólogo, se les acaba de sumar el tiparraco que se encarga de quitar los tapones de los oídos. Teóricamente se que debería decir otorrino, pero no, no lo era por que en última instancia me ha dicho que tendré que ir a ese médico en concreto. La cuestión es que durante una semana he tenido que estar untándome los oidos con aceite como si fuera a hacer un sofrito. Por la mañana y por la noche. El tapón izquierdo ha salido cual corcho de botella de espumoso, pero el derecho se ha resistido con uñas y dientes. Más de diez jeringazos de agua tibia y un dolorcillo incipiente en el oido ha sido todo lo que he sacado en limpio. Tengo que estar otra semana echándole zumo de oliva a ver si sale el maldito. Y encima el andoba encargado de estos menesteres va y me suelta: es que tienes el conducto muy estrecho! cara de tontalhaba se me ha quedado, yo que pensé que eso sólo les pasaba a las vírgenes (de los altares)...

Además cada vez que venía con la jeringa de agua y me decía: el agua qué tal? me daban ganas de decirle: el agua bien ¿y tú madre?, pero me limitaba a decir "bien, bien" con la esperanza de que terminase la tortura. Ahora me duele horrores el oido derecho, lo tengo ahogado de tanto agua, de hecho creo que el agua me ha llegado al cerebro, por que tengo las neuronas flotando, lo noto si agito la cabeza ¡Dios! y encima no oigo ni torta.