Desayuno

Yo pongo buena voluntad... y me gustaría ser de las que desayunan en casa a las ocho de la mañana y no vuelven a picar nada hasta las dos de la tarde. Pero no puedo. A primera hora de la mañana mi mente y mi estómago se niegan a procesar comida. Es sobre esta hora aciaga, las diez de la mañana, cuando noto como los jugos gástricos comienzan una simbólica danza. Ahora mismo sería capaz de comerme un roastbeef de elefante. Pero me conformo con un cola cao o café en su defecto, y un pinchito de tortilla, o bocadillito de jamón.

Me da envidia la gente que es capaz de desayunar a primera hora y además comen cereales, o tostadas o alimentos muy sanos. También envidio a los que a media mañana son capaces de comerse una manzana, no hay fruta más sencilla y saludable, pero yo la tengo ojeriza desde que fue mi fruta básica en Irlanda. Allí durante un año comí suficientes manzanas para toda una vida.

Y todo esto lo tecleo con un bocadillito de salchichón entre los dientes... no tengo remedio.