El tratado
He decidido enviar un tratado de libre asociación a mis vecinos. Ya que tengo que soportarlos compartiendo inmueble, no veo por que no ha de ser desde el mutuo acuerdo. Eso si, a ellos no les he preguntado, pero seguro que les encanta mi idea, por que sino como lo solucionamos, ¿a tortas?
He articulado este tratado minuciosamente, y estoy incluso dispuesta a negociar, siempre y cuando mis vecinos tengan en cuenta que por encima de mi voluntad no hay nada. Además me reservo el derecho de cambiar los términos de este tratado de libre asociación cuando así lo crea conveniente y siempre en mi propio beneficio.
He ajustado los horarios para que sus niños dejen de meter ruido a las diez de la noche y hasta las ocho de la mañana, no siendo importante sus horarios de colegio. Tienen que bajar un 20% las televisiones a partir de esa hora, por si me entra el sueño, es que los del cuarto están un poco sordos y les oimos en toda la comunidad cuando están viendo CM. Tampoco estará permitido sacudir alfombras, ni pasar la aspiradora antes de las 12 de la mañana de los sábados y domingos. Si los niños tienen un berrinche fuera de las horas de luz diurna, incluyendo las de las siesta, sus progenitores habrán de salir forzosamente de paseo con ellos ó mandarlos al trastero, esto lo dejo al libre albedrío de cada cual, para que no digan que no soy flexible.
Creo además que la gestión de mi cuota de comunidad debería llevarla yo misma, ya que tengo por seguro que la comunidad no sabe rentabilizar adecuadamente el dinero que les entrego. Así mismo gestionaré el seguro de responsabilidad civil y del garaje a mi beneficio, y reservándome el derecho de integrarme en el seguro general, y de poder tener uno aparte.
Los vecinos procuraran no dirigirme la palabra por las mañanas si nos cruzamos en el ascensor, por que voy ligeramente dormida y no me apetece ser cortés. También evitaran que sus retoños se empeñen en enseñarme sus fotos de carnaval como me ha ocurrido esta mañana. Dicho esto, queda también claro que si soy yo la que inicia una conversación o tengo una mañana inusualmente simpática, mis vecinos están en la obligación de devolverme la amabilidad de haberme predispuesto a hablar con ellos.
A mi cuando Ibarreche nos contó su plan ya me rondó la idea, pero ahora que los del Valle de Arán, el Consell Generau d’Aran con 6.000 vecinos, han aprobado por unanimidad un tratado de libre unión a Cataluña, no veo el obstáculo para reivindicar yo lo mismo en mi comunidad de vecinos.
He articulado este tratado minuciosamente, y estoy incluso dispuesta a negociar, siempre y cuando mis vecinos tengan en cuenta que por encima de mi voluntad no hay nada. Además me reservo el derecho de cambiar los términos de este tratado de libre asociación cuando así lo crea conveniente y siempre en mi propio beneficio.
He ajustado los horarios para que sus niños dejen de meter ruido a las diez de la noche y hasta las ocho de la mañana, no siendo importante sus horarios de colegio. Tienen que bajar un 20% las televisiones a partir de esa hora, por si me entra el sueño, es que los del cuarto están un poco sordos y les oimos en toda la comunidad cuando están viendo CM. Tampoco estará permitido sacudir alfombras, ni pasar la aspiradora antes de las 12 de la mañana de los sábados y domingos. Si los niños tienen un berrinche fuera de las horas de luz diurna, incluyendo las de las siesta, sus progenitores habrán de salir forzosamente de paseo con ellos ó mandarlos al trastero, esto lo dejo al libre albedrío de cada cual, para que no digan que no soy flexible.
Creo además que la gestión de mi cuota de comunidad debería llevarla yo misma, ya que tengo por seguro que la comunidad no sabe rentabilizar adecuadamente el dinero que les entrego. Así mismo gestionaré el seguro de responsabilidad civil y del garaje a mi beneficio, y reservándome el derecho de integrarme en el seguro general, y de poder tener uno aparte.
Los vecinos procuraran no dirigirme la palabra por las mañanas si nos cruzamos en el ascensor, por que voy ligeramente dormida y no me apetece ser cortés. También evitaran que sus retoños se empeñen en enseñarme sus fotos de carnaval como me ha ocurrido esta mañana. Dicho esto, queda también claro que si soy yo la que inicia una conversación o tengo una mañana inusualmente simpática, mis vecinos están en la obligación de devolverme la amabilidad de haberme predispuesto a hablar con ellos.
A mi cuando Ibarreche nos contó su plan ya me rondó la idea, pero ahora que los del Valle de Arán, el Consell Generau d’Aran con 6.000 vecinos, han aprobado por unanimidad un tratado de libre unión a Cataluña, no veo el obstáculo para reivindicar yo lo mismo en mi comunidad de vecinos.
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